jueves, 10 de junio de 2010

Un libro

¡Qué inmenso placer produce sumergirse en la lectura de un buen libro! Pero acometerlo es un reto, quizás un desafío, o si somos de verdad precisos: un atrevimiento.

He tenido un libro de muchas páginas cerca a mi varios meses. Ha estado esperando su momento. Libro gordo, grandote, pesado. De respeto. Hasta que al fin, me atreví.
Soporté los primeros momentos con dudas. ¿Me enganchará? ¿Me engancharé? ¿Valdrá la pena?

¿Por qué tantos meses de espera? ¿Por qué no devorarlo apenas sentí interés por él? Habrá sido por su densidad y volumen. Demasiada historia para mi tiempo apurado. O tal vez el miedo a que el libro incumpla su promesa. Que sea cáscara, ligereza, espejismo. Entretenimiento, pérdida de tiempo y no detenimiento, profundidad, emoción real.

Los buenos libros siempre esperan que uno decida cuando es el momento apropiado. Saben que tienen una sola chance, así que esperan pacientes a que uno de el primer paso. Porque ellos ya están ahí. Llenos ya, dispuestos.

He pasado mis cuatro últimos días leyendo más que nada. Este libro acompañó con afecto mi necesidad de estar en cama. He aprendido, he imaginado, he pensado, he comprendido y tomado consciencia de cosas importantes. Me he trasladado en el tiempo y he vivido la vida con otros.
Me he llenado de emociones y afectos. He anhelado desenlaces.

La vida es una larga historia y uno necesita buena compañía.

Y entonces pienso en el libro al que aún no me atrevo a entregarme.

No hay comentarios: