lunes, 14 de junio de 2010

Llora guitarra

Mi cuerpo no quiere andar. Ta bien. Hay que hacerle caso. Se ha vuelto un porfiado. Cama, cama, cama - pide - y hay que darle. Me levanto y vuelve a tumbarme. Por lo menos está siendo considerado y me deja cumplir con las obligaciones importantes.
Cuando el cuerpo pide que lo atiendan es mejor atenderlo. Pero ahora resulta que no es sólo el cuerpo.

También mi mente y mi corazón están demandando atención. Con roche.

Corazón
Ayer domingo fue mi primera clase con Tito La Rosa. Su taller se llama: "el poder curativo de los instrumentos ancestrales". Bacán. Llegué cansadísimo y con el cuerpo muy maltrecho. El sábado trabajé tanto que ya quedé agotado. Y ayer comencé muy temprano. Demasiado. Así que ya llegué a mi clase de las once sin columna vertebral ni  músculos. Cogí una mantita y un cojín y me cubrí un ratito. Qué ganas de abandonarme al sueño.
Tito, por suerte, comenzó la clase con una pequeña ceremonia de sonidos.
Y los sonidos, los instrumentos y sus vibraciones reponen, curan.

Bonita clase, darle forma a un bambú para que suene.
Escucharlo.
Soplar hasta marearte.
Seguir soplando.
Buena cosa.

Luego vino el ejercicio de hacer sonar un instrumento de cerámica que tiene dos jarritas unidas. No recuerdo como se llama, vasijas silbadoras - creo -. Una o las dos jarritas llevan un poco de agua adentro y con el movimiento toman aire y luego silban. Un pitido largo y profundo.

Es mi turno. Me paro con esfuerzo. Me cuesta hacerlo. Me es difícil incluso mantenerme parado. Me encanta aprender pero me llega estar tan cansado en las clases que tomo.
Pero así son estos tiempos.
La cosa es que cuando las vasijas - que son como "los pechos de una mujer" - comienzan a sonar en mis manos, suenan raro, entrecortado. Al final del ejercicio Tito dice - tus vasijas han llorado. Sí - agrega una compañera - y gemido - dice imitando a una persona que llora profundamente. Y al apoyarlas han exhalado un suspiro.
Todo eso es verdad. A mi me dió cosa hacer sonar a las vasijas de esa manera.
Tito pregunta ¿Has estado llorando?
Sí - contesto-.

Vasijas delatoras. :o)

Llorar

No lloro con frecuencia y cuando lloro es generalmente porque me conmueven ciertas historias, personas en concreto, o lugares, o vivencias mías en esos lugares.
Me gustaría llorar más por mi, por mis cosas. Pero no puedo, no me sale, no se.
Felizmente las vasijas silbadoras que son como "los pechos de una mujer" han llorado.

O es que he llorado en los pechos de una mujer que es la manera más bonita de llorar. Quiero seguir haciéndolo. Corazón y alma míos necesitan hacerlo un rato. Hace rato.
¿Dónde estás mujer para ofrecerle tus pechos a mi llanto?

Cerebro
Cansado pero activo mi cerebro también reclama que me deje de tonterías. Clama porque me concentre en las cosas que se que debo hacer. Que quiero hacer hace tiempo.  Me despierta como hoy, muy de madrugada con ideas. Me exige que prenda la computadora y haga números. Me llama a la acción. Las piezas ya están todas sobre la mesa, tengo clarísimo los pasos y yo aún no comienzo a armar el rompecabezas.

¿Qué te pasa Juan?
¿Te has vuelto timorato?

Mi cuerpo, mi cerebro, mi corazón ya saben lo que hay que hacer.
¿Qué esperas infante?



1 comentario:

Anónimo dijo...
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