lunes, 26 de mayo de 2008

Un sueño

El miércoles pasado fue un día raro. Perdí prontamente la energía del día y ya en la tarde estaba agotado. Me acosté a las ocho de la noche y empecé a soñar. Normalmente no recuerdo mis sueños y más raro aún, tuve uno de esos sueños de toda la noche. Un lindo sueño.

Estaba en el aeropuerto de París, llegando de Lima, y siento que alguien toma mi hombro y me hace girar. Era M, con una sonrisota enorme.

Me sorprende. No la veía hace muchos años. Bueno, salvo un encuentro en la fiesta de Etiqueta Negra el año pasado, no la veía hace muchos años. Y ahí estaba con una mirada radiante.

¿Qué haces acá? - le pregunto.

No se - responde - vine a verte, me enteré que viajabas y me dije, porque no lo encuentro, y me vine.

M, paseamos París, tuve las reuniones con un grupo de gente en un castillo antiguo, tú estabas ahí haciendo que todo fluya bien en estas jornadas y luego salíamos a ver museos y caminar las calles. Hermoso. Recibí llamadas a las 10, luego a las 12, 12:30, me había comprometido en salir. Pero me quedé, disfrutando este regalo. Lo curioso, es que después de cada breve despertada volvía a dormir y volvía el sueño. Fue así hasta las 6 de la mañana. Bonito, curativo. Soñé contigo toda la noche. Curó el día anterior, desperté con la energía de siempre, y creo que curaste también nuestra separación abrupta.

Ya pasaron muchos años. Lo se. Pero así es el inconciente. Y agradezco al mío que te trajo de vuelta para caminar un rato y permitirnos conversar. Se que estás bien y feliz y me alegra. Gracias.

1 comentario:

LIVIA dijo...

Los sueños nos dejan vivir lo que el tiempo real no...me gusta leer los textos más personales de tu página!