lunes, 14 de julio de 2008

Mi primera casa II

Yo llegué ahí a fines del 91 o comienzos del 92. No recuerdo bien. Sólo se que cuando explotó Tarata yo ya estaba ahí y eso fue en el 92. Difícil época. Tenía miedo de caminar al costado de los policías, de cruzar una comisaría, pisar un café, de usar morral, de decir que era sociólogo, de viajar por el Perú con el pelo corto o largo.
¿Qué le diría a un policía para no resultar sospechoso si me bajan de un bus en el interior? ¿qué le diría a un grupo de terroristas para que me crean que no soy un tombo encubierto? Eso pensaba a menudo.
Mi casa, ya te conté, era un cuarto con su baño al frente y una amplia terraza. Creo que aún no había descubierto el placer de las plantas. Así que no tenía plantas. Por las tardes regresando del trabajo yo me sentaba en el muro relativamente ancho que bordeaba la terraza. Me apoyaba en la pared exterior del baño. Parecía un vigía, un campana. Mi amigo Polo venía a buscarme en su carro para jugar tenis. Polay Campos - le decíamos. Polay, Polaco, Polay Campos, como el dirigente del MRTA - le decíamos.
La casa quedaba en la esquina de Félix Olcay con Bartolomé Trujillo, en Miraflores. Frente a un parque. Durante una época, si recuerdo bien, después de lo de Tarata, comenzaron a aparecer sospechosamente vagabundos que se instalaron a dormir en el parque. Fue cerca de una o dos semanas. Cosa rara - pensaba yo - estos tíos parecen de un servicio de inteligencia. Aparecieron más barrenderos que de costumbre.
Ya en el 91 o en el verano del 92 había explotado una bomba a una cuadra de la oficina donde trabajaba, desencajándola por completo. Ya había volado el canal dos.
Cuando lo de Tarata, yo estaba ensayando con Telba la obra "Puro blablabla" en el patio de un colegio en la esquina de Angamos con la avenida Arequipa. Todo el grupo estaba sobre los zancos dando una pasada a la obra. Y ¡pluuuuuumb! El bombazo. Todos nos tiramos al suelo desde las respectivas alturas de nuestros zancos.
Mierda.
Fue difícil la juventud en los años de Sendero.
Un día entre en mi casa, que era un cuarto, y me pareció que alguien había rebuscado entre mis cosas. Yo lo sentí. Fue la primera vez que me visitaron pero sospecho que no la única. Luego, durante la época de Gamarra me pasó varias otras veces. Mi oficina, mi casa, mi carro, fueron visitados. El SIN encubierto de ladrones supongo. Pero eso fue después. La primera vez que fui sospechoso de algo fue ahí en Félix Olcay. No tengo pruebas, claro. Sólo las sensaciones. Y bueno, una noticia en algún reportaje periodístico, meses después que Abimael cayera, que ahí cerquita a mi casa, a media cuadra, habían estado Maritza Garrido Lecca y su novio supuestamente alojando a Abimael.
Entonces claro, comprendí que ese chico que se sentaba en el muro de su terraza a tomar sol, a pasar el tiempo, y que le gritaba a su amigo Polay, podría ser tranquilamente, para unos avispados agentes de inteligencia, un campana del equipo de seguridad de Abimael.
¿Será que desde ahí tendré mi expediente?

1 comentario:

Unknown dijo...

Hola Juan. Fuiste piña, o más bien suertudo tomando en cuenta que fueron tiempos de cacería de brujas; pero saliste sorteado por estar justo al lado, además de todas tus gracias. Otros salían sorteados simplemente por ser cholos, o por ser demócratas de verdad. Importante recordarlo en estos tiempos en los que la satanización y la criminilalización de la dignidad vuelven a estar de moda. Esta vez no de manos del fujimontesinismo, sino por obra y gracia del alanmantillismo, que es lo mismo. Pásale tu post a la Valenzuela y a los demás serviles.