viernes, 9 de octubre de 2009

Crear tu espacio común


El martes tuve ocasión de ir al Galpón, un espacio de teatro en Pueblo Libre manejado por unos jóvenes egresados de la Facultad de Artes Escénicas de la Universidad Católica.
Disfruto ir ahí. Mucho. Primero porque cada vez que voy me encuentro con obras trabajadas con una urgencia de decir, escritas, dirigidas y actuadas por jóvenes. Obras vivas del Perú y la Lima de hoy. Obras fuertes que arden en deseos de decir cosas. De llamar la atención sobre temas. De expresarse acerca de lo que nos pasa.
Me gusta también porque el Galpón me remite a mis veintes. Cuando miro a los chicos que asisten puedo reconocer mis veintes y me sonrió cómplice. Observo fachas, gestos, modos de relacionarse, escucho las conversaciones, se respira rico.
Y, finalmente, me gusta porque ese barrio de Pueblo Libre es tan bonito. Es bonito porque a metros está la formidable Plaza con sus preciosísimos árboles, el mejor Queirolo, las callecitas. Me gusta y me da que pensar en qué bonito sería si...

La Candelaria
En ese estado de ánimo me dió por pensar en que pasaría si el próximo año más jóvenes se animasen a abrir espacios de arte y cultura en esa zona y la imagen que se me vino fue inmediatamente la de La Candelaria en Bogotá. Suelo caer por ahí con frecuencia pues queda cerca a la Asociación Nacional de Recicladores, institución que visito cada que voy por allá. Me encanta caminar por la Candelaria después de ver a mis amigos recicladores. A veces me meto a cualquier obra simplemente por las ganas de saber que pasa con el teatro por ahí. A veces me escabullo por las calles, en su placita y me sento a ver los espectáculos callejeros.

Recuperar nuestro eje
Escribí sobre esto en mi estado en Facebook. Sobre el qué pasaría si... Y los primeros comentarios fueron más por el lado del escepticismo y el dolor ante la invasión de la "modernidad" que nada lo respeta. Y sí pues, los que queremos una ciudad para vivirla y amarla y recorrerla y divertirla y vitalizarla estamos jodidos en estos tiempos de avance de la construcción y las cadenas estandarizadas de cafés y restaurantes. Estamos jodidos y en repliegue.
Por eso creo que hay que estabilizar nuestra posición. Recuperar el centro, nuestro eje de creencias y comenzar a responder. Ni la cultura ni el arte merecen estar tan arrinconadas. El disfrute de la ciudad por parte de sus ciudadanos no puede ser avasallado por el pequeñísimo interés individual de una compañía constructora, un grupito de propietarios y algunas empresas (yo diría algunos poquísimos estúpidos gerentes) sin conciencia urbanística.

Construir una ciudad que disfrutemos
Pero somos nosotros los que estamos sin tiempo para dedicarnos a construir lo colectivo. Si me preguntan que es primero: el activismo o la doctrina, digo que la doctrina. Siempre es más sólido hacer activismo con doctrina que sin ella. Definir los principios básicos que movilizan las acciones ciudadanas y luego convocar a la acción ciudadana. No sabemos mucho tampoco de acciones ciudadanas basadas en diálogo y negociación. En respeto de planes y de espacios. En democracia. Sabemos más de acciones puntuales y breves para manifestar nuestros desacuerdos.
Si somos animales políticos, constitutivamente nos tenemos que ocupar del bien común y de nuestros intereses comunes. Siempre. Pero nosotros hemos abandonado ese rol a malos representantes. Hemos dejado de estar por cansancio, por flojera, por desidia. Ejercer la ciudadanía pasa por ejercer nuestro ser político y social. No por necesariamente hacer política partidaria y postular a cargos. Ejercer ciudadanía es comprometerte con tu bienestar en los espacios colectivos. Si después, alguien quiere hacer política pues bienvenido, que se gane con inteligencia, carisma, capacidad de ejecución práctica el respaldo y los votos.
Bueno, en eso pienso cada vez que voy al Galpón. ¡Gracias muchachos!

No hay comentarios: