miércoles, 8 de abril de 2009

Si un pez espada nace en la laguna de Llanganuco


Si un pez espada nace en la laguna de Llanganuco y se lo cuentan a Vasca ella pondrá la misma cara de desconcierto que puso en Bogotá cuando Aizzy inició el proceso de vacunación contra la pobreza diciendo: a ver amigos cuenten algo importante que hayan aprendido últimamente.

Y si Aizzy se hubiera dado cuenta de la cara de desconcierto de Vasca (detrás de la cual percibí que había un poco de molestia o más bien temor por el uso inadecuado del tiempo), seguramente hubiera retrocedido intimidada barajando una nueva fórmula para el inicio del proceso de vacunación y yo no hubiera podido escuchar a Bethania decir, a su turno, que ella; tan estudiada, tan graduada; no había podido seguir la consigna de su amigo X, cuando regresando de otro proceso de vacunación contra la pobreza, manejando él y de copiloto ella, le propuso este juego: armemos historias incoherentes.

Y Bethania se dió cuenta; al décimo intento, cuando ya su amigo X se estaba ocupando de cambiar de música; que tenía en la mente demasiadas horas en la biblioteca -y muchas líneas cruzadas sobre todos los papeles que escribía y que, además, desde niña se había acustumbrado siempre a leer las instrucciones de las medicinas que tomaba y las que no tomaba -y que claro, no estaba nada preparada para jugar el juego de armar historias incoherentes.

Porque según confesó ese día (en el que no se por qué pensé en Claudia Guillén y luego Claudia Guillén se apareció en el desayuno), no era sólo que ella bebió otro idioma de los pechos de su madre, un idioma distinto al de los bogotanos; y distinto también al de los peces espada que nacen, si acaso alguno nace en la laguna de Llanganuco; sino que definitivamente a ella nunca le enseñaron a buscar en las bibliotecas los libros para hablar incoherencias.

Y, claro, menos -por no decir jamás- tuvo acceso a los libros codificados con tres X y luego un número, como por ejemplo el XXX1023 (qué es el que da cuenta del pez espada que no quiso nacer en la laguna de Llanganuco sino que siguiendo a Emilio Santisteban se fue a nacer en el mismísimo Korikancha dejando pasmados a las aves que comen migajas de la mano del cardenal al pie de la Catedral) y que son los libros más bravos porque te enseñan a hacer incoherencias.
Y hacer incoherencias canta la mujer que sueña ser alquimista no es lo mismo que sólo aprender a hablarlas. Pero yo no le pude decir eso a Bethania. Porque hubiera puesto sus ojos juntitos como cuando de niña su papá le ponía el dedo medio en la nariz y ella pretendía contar cuantas rayitas tenía la yema de ese dedo y yo no hubiera resistido en Bogotá ver eso. Así que sólo me quedé callado cuando, a su turno, contó la historia de algo importante que había aprendido últimamente.

Pero ¿por qué no logré yo conocer al pez espada que ha nacido en la laguna de Llanganuco? Quizás porque la carretera está demasiado mala en el callejón sin salida. Y dicen que está igual o peor la pista que sale del mar y se interna en la cordillera para llegar a los cerros que nos dan agua y que tienen su canción. Y la mamá del pez espada ya está demasiado harta de la basura como para soportar a ese grupo de policías que todos los días están plantados en la pista pidiéndole papeles con caritas de personajes célebres en la historia del Perú a los taxistas y choferes de combi y ahora que llueve tanto tampoco se quiere arriesgar a quedarse en uno de los huecos de la carretera como si fuera un sapo.

Porque a los sapos del callejón ahora sólo les queda buscar refugio en el clóset del cuarto de la mujer que sueña con ser alquimista y yo se que es muy díficil salir de ahí cuando escuchas a una chinita amarga amenazando con furia porque su papá, por sapo malo, también tiene que permanecer muchos años en un clóset que no es tan amable como el de la señora que sueña con ser alquimista. Entonces seguramente la mamá pez espada paso bailando, como Karine cuando la conocí, de puntita sobre su nariz y yo no me di cuenta.

Pero me hubiera gustado encontrarme con el pez espada que dicen que finalmente nació en la laguna de Llanganuco. Porque durante la tarde hice tres intentos para dormir un rato y, en cada uno de esos tres intentos, sobre mi cuello se han apostado varios francotiradores de muchas películas del país del norte que disparan y disparan y no me han dejado en paz. Y ahora que he salido a la calle y he mirado al cielo y vi la luna y he pensado como es que alguien no la aprieta para que mis neuronas convertidas en argollas comiencen a caer plácidas y ordenaditas en la bonita espada desenvainada del pez espada que, aunque no he tenido ocasión de verlo, ya nació en la laguna de Llanganuco.
Y claro, si eso hubiera ocurrido, Vasca estaría más relajada y eso haría que Aizzy pudiera hacer su trabajo también relajada y que Bethania deje de tratar de recordar inútilmente cuantas líneas tenía la yema del dedo medio de su padre y Emilio se hubiera quedado un rato más en casa contándome más historias del Korikancha y Pilar Nuñez no estaría haciéndome repetir quinientas veces "se burla de la llaga el que nunca conoció la herida... pero silencio, qué resplandor se abre paso a través de aquella montaña... es el oriente y Julieta el sol".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estado leyendo sus post ,le escribi creo una vez ,al correo q envio,pero no recibi respuesta.lo leyo no lo leyo? andaba viajando o trabajando?,aun me lo pregunto?.Hay gente que por casualidad eh encontrado por aca con un nivel de ver bueno de ser conciente de como es la vida en el mundo que me gustaria conversar e intercambiar opines.Puede escribir a randy_hunter13@hotmail.com y luego lborrar mi comentario ,pa q se borre mi correo tamnbien Randy