martes, 24 de junio de 2008

La muerte de campesinos peruanos, las fosas, la ausencia de decencia



Yo visité Cayara hace un par de años. Antes Huancapi, en Víctor Fajardo. A Ayacucho le han sacado la mierda. A su gente le han sacado la mierda. Escuchar las historias de los cuarteles, ver las fosas, descubrir pedazos de tela de camisas y pantalones entre la tierra. Dormir en Cayara, volver a sentir miedo a la oscuridad. Salir, caminar de noche, encontrar una viejita, verla demente, conmoverte, tardar en dormir.
Qué poco hablamos de Ayacucho. Qué poco hablamos de todo lo que pasó durante la época de Sendero en todo el Perú. Hay mucha gente dolida. Mucha gente a la que la han hecho mierda.

El caso Putis
"La Comisión de la Verdad y la Reconciliación ha logrado establecer que en diciembre de 1984 no menos de ciento ventitrés personas (123) hombres y mujeres de las localidades de Cayramayo, Vizcatampata, Orccohuasi y Putis, en el distrito de Santillana, provincia de Huanta (Ayacucho) fueron víctimas de una ejecución arbitraria llevada a cabo por efectivos del Ejército acantonados en la comunidad de Putis. Los comuneros fueron reunidos por los militares con engaños, obligados a cavar una fosa y luego acribillados por las fuerzas del orden". Puedes leer más en: http://www.cverdad.org.pe/ifinal/pdf/TOMO%20VII/Casos%20Ilustrativos-UIE/2.14.%20putis.pdf


Me escribe Erika Bocanegra

Se trata del caso de Putis, la fosa más grande encontrada hasta la fecha, más de 400 restos (donde hay hombre, mujeres y niños). Este caso lamentablemente parece que nos tiene espantados a pocos, así que la idea es demostrar que quizá no somos tan pocos... espero se sumen con sus firmas y la circulen entre sus colegas, compañeros, patas, socios...

Manden sus datos a bocanegraerika@gmail.com

VERDAD, JUSTICIA Y REPARACION
EN EL CASO DE PUTIS


La exhumación de fosas en la comunidad Putis, producto de la barbarie perpetrada el 13 de diciembre de 1984 por efectivos del Ejército Peruano, cuyo resultado fue la violación sexual de mujeres, la tortura y muerte de más de cien personas, entre ellos niños y niñas, nos muestra una vez más el horror del conflicto que afectó nuestro país, y que sufrieron particularmente varias de sus comunidades más pobres y excluidas.

Motivados por el dolor y la indignación que nos suscita este hecho, y el clamor de nuestros compatriotas afectados, expresamos lo siguiente:

1. Nuestra solidaridad con los familiares y víctimas de estos execrables sucesos que han dejado heridas profundas en una población que solo buscaba seguridad y confió en la protección que le daría el Estado.

2. Nuestra extrañeza por la actitud de las autoridades gubernamentales minimizando la responsabilidad del Estado frente a la tragedia ocurrida.

3. Un gesto mínimo de respeto que corresponde es la expresión de disculpas públicas a las víctimas por el sufrimiento causado, por acción directa de agentes del Estado, o porque no se les dio la protección que se les debía.

4. Demandamos a las autoridades del Estado, en particular del Poder Ejecutivo, a actuar con diligencia y honor para permitir que este caso sea debidamente investigado. La comunidad de Putis merece además de los gestos necesarios de perdón, acciones concretas de reparación.

Lima, de junio del 2008

jueves, 19 de junio de 2008

Yo soy perfil bajo

La única vez que me he descubierto sonámbulo desperté a una cuadra de mi casa rumbo al puesto de periódicos. Eran las cuatro de la mañana de un día sábado de la primavera del 79. Reí y regresé a la casa, hasta llave había sacado. No me sorprendió despertar en la calle, de madrugada y sonámbulo, rumbo al puesto de periódicos. Han pasado 28 años de eso, yo tenía doce.
De niño, los sábados y los domingos me levantaba feliz a comprar los periódicos: El Comercio, La Prensa, Ultima Hora y La Tercera. Era de los primeros clientes, a las 7 o 7:30 de la mañana ya estaba en el puesto frente al canillita haciendo mi pedido. Me encantaba. Desde que pude leer, pasaba toda la mañana de los sábados y los domingos con mi padre, en su cama, leyendo noticias.

Veintiocho años después, hoy también es sábado. De los periódicos que compraba en la década del 70 sólo queda el Comercio. Ya lo leí. Sigo saliendo temprano a comprarlos. Leer los titulares de las primeras planas colgadas sigue siendo uno de mis placeres matutinos y la conversación con el canilla, la primera charla lúcida de la mañana.

II

Me gustaría que mi caso sea el de un canillita, le dije al editor de este libro, puede graficar lo que me estás pidiendo.

III

Conozco a Lolo Padilla desde cuando me mudé a Diego Ferré, en el 95. Lolo era mi canillita y el amigo con el que cada mañana me echaba un par de bromas. La última vez que lo vi, hace unos meses, me preguntó por M, mi amigo y vecino, de viaje en Europa, su cliente.

- ¿Sabes si ya regresó?
- No, pero ya falta poco. He hablado con ellos y vienen a fines de octubre – le dije.
- ¡Qué bien!, ¿siguen en Europa? – pregunta.
- Si, siguen, M ya acaba su maestría, R está estudiando inglés y tomando fotos. ¿Por qué?
- Yo tengo un par de hermanas allá, la verdad, hermanas y muchos primos.
- ¿Y M las conoce?
- No, no, no le he contado.
- ¿Entonces?
- Lo que pasa es que cuando M se fue, quedó un saldo de su cuenta.
- ¿Te debe plata?
- No, bueno, sí…, o sea, él no, él es un caballerazo, el que me ha metido cabeza es el conserje de su edificio.
- ¿Cirilo?
- No, Cirilo no, el conserje del edificio de Barranco, cuando él se mudó yo le llevaba los periódicos a Barranco.
- Asú -le digo-, ¡te enamoraste del chato!
- No, bien buena gente, compraba bien, valía la pena ir hasta allá. Pero M le dejó el billete al vigilante del edificio y el vigilante me ha tonteado durante un año ya, entonces cuando venga M, quiero que el mismo lo apriete.
- Seguro lo hará, yo te aviso Lolito o ¿quieres su mail? – le dije yo, ya despidiéndome.
- No, no, mail no. Ya cuando venga lo visito.
- Perfecto.

Dos hermanas en Europa, muchos primos, qué gracioso, como mi familia –pensé-, más de la mitad de mis primos están en San Francisco.

IV

Hace 28 años, Lolo también se despertaba temprano. En realidad, un poco más temprano que yo. Para ser precisos a las 4 a.m. Se trepaba a la moto de su tío y se agarraba de su espalda. Desde ahí repartía los periódicos por Miraflores.
Lo hizo desde los 7 años. Los siete días de la semana. De lunes a viernes, hasta las 7 a.m. y luego se alistaba para ir al colegio. En esa época arrojaba los periódicos sin bajarse de la moto. Las casas miraflorinas tenían amplios patios en la entrada y no había temor a que pasará alguien y se levante el diario ajeno.
Los sábados y domingos, luego del reparto se quedaba en el quisco de su tío, todo el día. Aprendió a ganar dinero y ser independiente. Ganaba el equivalente a veinte soles diarios.
Hoy hace lo mismo pero ya no hay ese tipo de casas en Miraflores, va edificio por edificio y deja el Comercio en sobre sellado y con el nombre impreso del suscriptor, ahora hay mucho choro, dice.

V

Lolo estudió primaria y secundaria en dos colegios públicos de Miraflores, su barrio. De chico sentía roche de ser el canillita del barrio. El sentía que la economía de su casa era limitada, que había necesidad de un mayor desarrollo económico y profesional. Le hubiese gustado que su familia no tuviera ese negocio sino que fueran empleados de alguna empresa o burócratas.

- ¿Eran pobres? – le pregunto.
- No se, ahora no se, en ese momento yo creía que era pobre. Pero comíamos bien, bistec. Incluso con mucha frecuencia nos íbamos a comer un Carioco.
- ¿Carioco? – Le pregunto.
- El Carioco era una pollería a la que íbamos con la familia – responde. Mi padre vivía el día. Lo que ganaba en un día se lo gastaba el mismo día. Cada mañana comenzábamos de nuevo de cero. Además le gustaba su trago.
- ¿Te sentías mal de ser canillita?
- Creo que si, por chibolo, me daba vergüenza. Yo vendía en mi barrio y no me gustaba que me señalen como canilla. En el Perú la sociedad es muy despectiva, somos racistas y no sólo por la raza sino también por lo económico.
- Pero por lo que me cuentas, ustedes siempre tenían dinero.
- Si pues, pero, por ejemplo, en navidad los clientes me regalaban comida, ropa. Seguramente pensaban, pobrecito el canillita.
- ¿Y tú que hacías?
- Nada pues, no decía nada, qué iba a decir, “no me regale…”, perdía tiempo.

VI

La madre de Lolo le compró al tío el puesto de venta de periódicos en el año 80. Lolo terminó sus estudios escolares en el 83 y gracias a una invitación de su tía se fue a vivir tres años a Huánuco. Sus padres no querían que se quedara con el negocio de venta de periódicos. Para ellos eso no era progresar y ellos querían que progrese.
Él, por su parte, quería estudiar medicina en San Marcos, pero mientras hacía los intentos por ingresar, estudió tres años de ingeniería industrial en la Hermilio Valdizán de Huanuco. Luego se trasladó a Lima y concluyó de ingeniero en la Federico Villareal. Nunca logró ser doctor y apenas por unos años fue Ingeniero.

- ¿Qué pasó? – le pregunto.
- Me pagaban pésimo, acá porque eres joven la gente cree que puedes vivir del aire. Tuve buenos trabajos, interesantes. Pero me pagaban pésimo y yo sabía cuanto podía ganar siendo canilla. En el 93 mi padre tuvo una crisis fea de alcoholismo y lo tuvimos que internar largo tiempo. Ahí cambió mi vida, mi madre tuvo que cuidarlo y me encargó el quiosco. Se lo compré en el año 94. Nunca más volví a ser ingeniero industrial.

VII

Es sábado y me queda poco tiempo para la entrega de este material. Salgo de mi casa en busca de Lolo. No lo encuentro en su puesto. Me jodí – pienso – estoy con las fechas de entrega encima. Hablo con la niña que está encargada del puesto. Se nota que no es de acá. No se que le digo pero logro que me de la dirección y el teléfono de Lolo. Queda acá nomás - me dice - a dos cuadras y media.
Toco el timbre. Me recibe Lolo sonriente. Sale. Acá vivo me dice. Le explico y le pido que me regale un rato de su tiempo. Necesito saber de su vida. Por primera vez voy a preguntarle acerca de cómo vive.

- No puedo ahora – me dice- tengo una reunión. ¿Podemos hablar en una hora?
- Uy Lolo, no seas así, te llevo y conversamos mientras esperas y luego seguimos.
- Ok, vamos.
- ¿Dónde vas?
- Aquí a la Angamos.

Llegamos, Lolo abre las puertas de unas rejas.

- He comprado esta casa, el primer piso es mío.
- Caray, que bien, le digo. ¿Cuánto has pagado?
- Todo me ha costado 70 mil dólares. Pagué 50 mil al contado y tengo un financiamiento por 20 mil dólares en 10 años.
- Me sorprendes Lolo.
- Fue en un remate de un banco. Fui el tercer postor, pero los otros dos no pudieron hacer el depósito del dinero en el plazo.

Sonrie, está contento. Me muestra la casa. Es grande. Tiene 300 metros.

- Mi hijo también siente un poco de vergüenza que yo sea canillita. Será que es niño. Yo le explico que es mi negocio – me dice -, supongo que ya comprenderá. Yo me levanto a las 5:00 a.m. y trabajo de corrido hasta las 2:30 p.m., luego de 6 a 7 p.m. hago el arqueo y veo que periódicos y revistas tengo que devolver. En la tarde descanso un rato y luego salgo a hacer cobranzas. Así son todos mis días, no hay descanso. Sábados, domingos, feriados, incluso en año nuevo, incluso el día del censo, yo trabajo.
- ¿Y cuánto ganas? - le pregunto.
- En total saco un poco más de 5 mil soles – me responde.
- Es plata - le digo.
- No está mal. Además tengo 20 mil dólares en un fondo de inversión, para mi vejez. Esto no va a durar para siempre, lo veo en mis padres. Por eso yo ya me estoy asegurando. La vejez es larga, yo no tendré fuerzas toda la vida, yo creo que hay que administrar los recursos para tener una buena vejez.

Lolo no deja de sorprenderme. Con él aprendí a mirar mejor el mundo de los canillitas. Me sorprendía verlo manejar su camioneta. Él me llevó hace unos años a un evento de la Federación. Les hablé, les pregunté que por qué trabajaban así. En esos pequeños quioscos, con sus banquitas tan incomodas. Qué porque no ponían un poco más de atención a su arreglo personal. Les conté que en Buenos Aires o en Sao Paulo los quioscos eran muy grandes, que vendían muchos libros además de periódicos y revistas, que por qué no buscaban hacer lo mismo. Se lo recuerdo a Lolo. Estamos sentados en el 4D de Angamos, en Miraflores. Es que no hay visión en la federación -me responde-, y los municipios no nos quieren.

Lolo me empieza a hablar de marketing, vender no es fácil -me dice-, no lo puede hacer cualquiera. Hay que tener ángel. Yo busco hacerme amigo de mis clientes, es la única manera de mantener su fidelidad. Hay cosas difíciles, cobrar, por ejemplo. Yo doy crédito pero tengo mis técnicas para que no me metan cabeza. Primero averiguo como están mis clientes. Veo si deben sus recibos de mantenimiento en sus edificios, si pagan puntualmente, pregunto en las bodegas si gastan, los voy midiendo.

- Lolo - le pregunto - ¿Por qué la gente no los ve a ustedes como empresarios?
- No se, me imagino que es porque nosotros no tenemos tiempo de gastar nuestro dinero. Además, no nos arreglamos mucho. Comenzamos muy temprano y estamos con la misma ropa todo el día. ¿Donde nos vamos a cambiar o lavarnos la cara? Es fregado dejar el quiosco. Yo por mi lado además no soy muy alaracoso, yo soy perfil bajo.

domingo, 15 de junio de 2008

Amo a mi papi



Tengo mucho que agradecerle a mi padre. Sus noches de compañía cuando iba a echarse a mi lado en mi cama de niño y me escuchaba y me hablaba y me decía "hijo, yo confío en ti, tú decide, lo que hagas está bien". Me imagino que él volvía del trabajo cansado, yo estaba encerrado en mi cuarto porque seguramente había salido expulsado del de mis tres hermanas después de haber colmado sus respectivas paciencias.
De seguro él llegaba y recibía las quejas de algún comportamiento inadecuado y luego se enrrumbaba a mi cuarto. Entraba, me preguntaba ¿qué pasó?. De seguro yo le explicaba. El creía, no recuerdo que me llamase la atención. Y luego hablábamos de la vida. Solía hablarme cargado de palabrotas. Era raro pues mi padre no habla palabrotas delante de mis hermanas. Pero era florido hablando conmigo. "Hijo, confío en ti". "No hagas tonterías, no te metas en drogas, es lo único que te pido porque yo ahí no voy a poder ayudarte".
Mi papito es lindo. Me alegra poder decirlo. Durante muchos años de mi vida yo no podía decir estas cosas. No podía hablar con diminutivos. Mis tías se ríen de lo chuncho que era. No bailaba en público. No abrazaba, no dejaba que me abracen. No podía decir papito, mamita, abuelito, abuelita. Era tímido. Muy tímido.
Mi padre me enseñó a leer periódicos. Los sábados y los domingos era un clásico recoger los periódicos de su oficina y luego echarnos en su cama a leerlos. Mi madre odiaba esa rutina de tres horas. Pasaban todos los periódicos, los serios y los amarillos. El Comercio, La Prensa, La Crónica, La Tercera, Última Hora, Expreso, Ojo, no recuerdo cuales más. Los leíamos todos.
Juan Efraín Infante Carrillo se llama mi padre. Tiene buen humor, sabe vivir. Le gustan las fiestas en su casa y en la calle. Cada año espera la fecha de su cumpleaños para hacer un fiestón. Le encanta tener su casa pintada para esas fechas.

La única vez que lo he increpado seriamente fue meses después de la muerte de su papá, mi abuelo Juan, y de su madre, mi abuela Lucrecia.

Todo ocurrió en el lapso de un mes. Primero fue mi abuela. Yo tuve que ir a reconocer su cadáver a la morgue. Eran las 2:30 de la madrugada. Ella había desaparecido. Nosotros habíamos reportado a la policía y andábamos esperando noticias. Llamaron a esa hora y nos dijeron que había un cadáver con las características de mi abuela. Mi padre no pudo ir, se chupó, me mandó a mi, fui yo con dos de sus vecinas. Tocar el timbre de la morgue a esa hora es terrorífico. Entrar más aún. Recorrer sus pasillos, acercarse al cadáver, reconocerlo, fue un trance difícil. Yo en esa época aun me desmayaba cuando me sacaban sangre y no me sentía cómodo en la oscuridad. Efectivamente era mi abuela. Las vecinas se pusieron a llorar histéricas. ¡Puta madre! Estas tías.
Ahora agradezco que me hayan acompañado.

Al mes siguiente murió mi abuelo. En mis brazos. Infarto al corazón. Sé como se muere uno de infarto. Tenía cáncer. Mi abuelo Juan, bello abuelo. Solía decir "¡Carajo! qué linda vida que he tenido".

Me encantaba pasar los lunes con él. Yo llegaba de la universidad a la hora del almuerzo, luego jugábamos Chaquete en su tablero de madera, tres, cuatro partidas, lo máximo. Me encantó vivir con él a mis dieciocho cuando mi madre me expectoró de casa. Me encantó compartir cuarto con él cuando ya senil pasó unos meses en casa de mis padres.
A mi abuelo le sorprendió un infarto cuando yo estaba cuidándolo en el hospital. Mi padre iba poco. Prácticamente era yo el que más tiempo pasaba con él.

Quedé afectado. Por las dos muertes, por los dos sucesos. Esto fue al final de un verano. Yo debo haber estado en los 25 o 26. Recuerdo que al concluir ese año mi padre festejó su santo. Estaban buena parte de sus amigos en su casa. Llegué tarde. Tomé un poco. En un momento, él se acerca a abrazarme y darme un beso. Yo le mordí el cachete. Largo y fuerte, muy fuerte. ¡Pobre!, aguantó sin chistar. Luego comencé a llorar y a increparle. Delante de todos. ¿Por qué has sido tan cobarde? ¿Por qué no has podido tú hacerte cargo de tus muertos?...
Pobre mi padre. Gran escena. Papá pidió disculpas delante de sus amigos. A partir de ahí, nuestra relación se hizo más adulta. Más linda. Mi padre no es un cobarde. Claro está. El y mi madre me han enseñado a ser valiente. Pero claro, yo he tenido una mucho mejor infancia que él. Gracias a él y a ella. Y a lo lejos comprendo y agradezco esos encargos. Que me haya confiado esa tarea.
Salí de esos golpes gracias a Mati. B me mandó a terapia. ¡Gracias B!
Mi papá es tan gracioso. Ahora está empecinado en que le de un calato. Ríe cuando le digo que primero necesito una calata. Ríe y cuestiona. Cuestiona jodido. Me recrimina haber perdido tan lindas mujeres en mi vida. Me recrimina por R.
Yo le concedo toda la razón. Soy un huevón le digo, qué voy a hacer. Hijo -me dice- eres un cobarde, por qué esperas a que aparezca la mujer perfecta. Y sentencia: tú deberías casarte ya, si te equivocas, ¡qué importa! Ya ves, a mi me pasó con la primera. Me equivoque con tu madre, pero luego vino Mirtha. Yo río. Mi papá tiene derecho de decir lo que quiera. Me encanta mi padre.

En su segundo infarto al cerebro mi padre ya no tenía ganas de vivir. Para animarlo le anuncié mi matrimonio con R. En julio nos casamos le dije. Llegó julio y nada. Mi viejo se burlaba de mi con sus amigos, este pendejo nunca dijo julio de qué año. Cuando terminé con R se puso mal. Otra crisis. Jodido. Llamé a R. Linda como siempre y a pesar de su dolor me acompañó a acompañarlo. ¡Gracias R! Mi padre entendió que el amor puede transformarse en otro amor.

El domingo papá y mis hermanas y sus esposos y sus hijos, mis sobrinos estuvieron en casa. Antes que digan nada y que comiencen a batirme la clásica media hora les dije, este día es el día de mi fracaso. No soy padre. Santo remedio y a disfrutar. Rocío trajo la letra de una canción. Le cantamos, reímos, nos tomamos fotos. Gozó.
Te amo papito.
He tenido mucha suerte de contar todos estos años contigo Juan Infante.





¡Alegría!

domingo, 8 de junio de 2008

Mi pensamiento

Hace unas semanas me hicieron una entrevista larga para la revista virtual futuros. Veo que ya está publicada. Aquí el link:

http://www.revistafuturos.info/futuros21/pob_des.htm


Y aquí una parte de la entrevista:

Las Naciones Unidas en un informe sobre desarrollo humano ha dicho que el problema primordial que tiene el mundo hoy en día es el calentamiento global, pero bueno hay algunas personas que opinan de otra manera, ¿cuál considera que es el primordial problema mundial hoy en día?

El problema no es el calentamiento global, el problema es que nos vamos a freír si no hacemos algo, el problema es el riesgo de nuestra vida ante el descuido con el que estamos afrontando el tema del medio ambiente, y eso significa, si queremos realmente combatirlo, un cambio radical en nuestras costumbres, que va a afectar incluso nuestra vida personal.


El verdadero dilema no es el calentamiento global en abstracto, como concepto, es el riesgo de tu vida y la vida de todos los seres vivos, y tiene que ver con la necesidad de cambiar radicalmente todos, en conjunto, nuestra manera de vivir. Va a ser fregado, pero es lo que hay que hacer

Estoy viajando mucho por el interior de mi país, que es un país donde está la Cordillera de Los Andes y es impresionante como se está avanzando el deshielo, dentro de poco nos vamos a quedar sin hielo en los nevados, y con dificultades de agua, y eso significa poner en riesgo la vida de millones de personas. Me podrán decir: "después podemos desalinizar", ¿pero acaso toda la población se va a venir para la costa?, ¿van a bombear agua a las alturas? La gente está quemándose los rostros en la sierra, antes podías soportar el sol sin echarte protector solar, pero ahora ¿qué pasa si no tienes el dinero para comprarte un protector solar?, ¿es que acaso los sistemas de salud van a repartir cremas de protección solar entre los pobres?


Cuando dices "el calentamiento global", el problema lo estas poniendo en un concepto, y en realidad en 15 años tu vida va a ser absolutamente distinta. El verdadero dilema no es el calentamiento global en abstracto, como concepto, es el riesgo de tu vida y la vida de todos los seres vivos, y tiene que ver con la necesidad de cambiar radicalmente todos, en conjunto, nuestra manera de vivir. Va a ser fregado, pero es lo que hay que hacer.


Yo promuevo el desarrollo económico, o sea que casi yo vivo en la paradoja, porque si tú quieres que la gente progrese bajo las condiciones en que estamos progresando, en realidad lo que haces es finalmente atentar más contra el medio ambiente. Entonces tenemos que replantearnos la manera de cómo conseguimos ese progreso, cómo conseguimos el desarrollo; y es un asunto mucho más grave que la pobreza, es como salir de la pobreza bajo las situaciones actuales.


Lamentablemente las transnacionales y los gobiernos están mucho mas centrados en una lógica de crecimiento económico sin pensar en esos temas. Ellos ven el calentamiento global aparentemente a largo plazo, pero cada vez lo plazos se hacen más cortos, cada vez hay menos hielo, las evidencias de que algo grave va a pasar si no hacemos nada son muy claras.

Puedes seguir leyendo la entrevista en

http://www.revistafuturos.info/futuros21/pob_des.htm

Cita con mamá

Hace dos semanas mi madre sacó una cita conmigo. Quiso que sea el domingo pasado, no pude, estaba de viaje por Jauja y Uchubamba, en Junín. Estaba capacitando maestros, escuchando a Fermín, caminando por el pueblito de Uchubamba. Absolviendo la pregunta: ¿qué crees que se puede hacer aquí? ¿Cómo enseñamos a los chicos de la escuela a aprender a emprender? "Ojo, Juan, desde primer grado de primaria hasta el quinto de secundaria - no sólo secundaria".

Hoy estoy en Lima. Ayer me quedé en casa, no salí por la noche ni fui a mi cita con la planta abuela. Entre otras cosas para descansar y también para estar concentrado hoy. Mi madre quiere salir conmigo. No me ha dicho a dónde vamos pero la tiene clara. Me ha pedido que use zapatos de suela. No ha querido responderme ¿por qué?. Como de chico, ella exige plena confianza. Esta vez no pujo. Ella sabe que no me gusta que no me diga qué vamos hacer, cuál es el plan. Pero supongo que hoy es especial para ella. Lo presiento y lo respeto. Estaré con zapatos con suela. Iré ahora mismo a que los lustren. Me pondré un pantalón pertinente. Camisa. Qué vaina.

Mamá lo ha pedido. "Hijo, tengo que ir con una pareja y si no voy contigo con quién". Eso ha dicho. Y lo dijo poniéndole una carga eléctrika con la que no me gusta tranzar. Yo cedo esta vez. Años atrás le hubiera hecho el pare. Ella puede encontrar su pareja y lo ha hecho varias veces. Me encanta que mi madre se enamore. Que haya sentido el bichito después que se separó de mi papá.

Mi mamá ha llamado hace unos minutos. Quería adelantar la cita. Hay una feria de artesanías a la que quiere ir. Quiere que esté en su casa en media hora. Es demasiado temprano y habíamos quedado por la tarde. Llama, me saluda y comienza a explicarme de manera muy confusa. Se pone nerviosa conmigo. Ja. Hay una larga historia para eso. Le pido que me explique bien, que no la entiendo. Quedo con ella que paso a recogerla de esa feria. Ok. Demanda todo el día. Ok. Estaré con ella buena parte del día.

Mi madre me enseñó a apreciar el arte. A asistir a eventos. A ir al teatro. Al ballet. A los museos. Ella insistía. Como hoy. Felizmente.

Ya te vas

viernes, 6 de junio de 2008

Educando a Libertad

Tiene tres nombres aunque creo que ahora sólo se reconoce en uno. El primero fue Valeriana. El segundo Valita. El último Libertad.

El primer nombre vino del rol que inicialmente le tocó cumplir y las mutaciones se han dado en función de los cambios en su personalidad.

Hoy siento que el que le hace honor es Libertad. Pero ella sigue siendo Valita.

Me ha costado sinnúmero de cuestionamientos caminar con ella sin correa. Dejarla que se cague y mee donde sea en su niñez, no "educarla", no contratarle instructor.

No la ha chancado un carro. Pero ha tenido sus pequeños sustos. Se ha perdido unas cuantas veces por breve tiempo. Ha mordido algunos cuantos muebles. Pero no ha hecho nada grave ni ha estado en riesgo severo nunca. Como contraparte, creo que Valita es ahora una perra feliz. La más feliz, juguetona y correlona del barrio. La que hace sonreir a todos. La más libre. La más salvaje. La más perra.

Vino a ser Libertad cuando un día rumbo a una caminata por el malecón de Miraflores se le ocurrió saltar del auto en marcha en plena avenida Aviación. Muy gracioso. Un par de veces la he empujado a repitir la hazaña. Más veces salta sola repitiendo su gracia. Y ahora ha comenzado a perseguir bicicletas, motociclistas e incluso autos como perra de chacra, pero en broma.

Me da gusto no haber bloqueado sus instintos. Su ser perra.
La libertad de Libertad ha tenido y sigue teniendo sus riesgos. Yo he tenido que tener paciencia y temple. Controlar mis miedos. Confiar. Evitar reprimir. Ella, en sus actuales trece meses ya no muerde los muebles y ahora caga y mea donde debe. Y salta y juguetea como ninguna.

Mi hipótesis de partida fue que Valeriana - Valita - Libertad iba a aprender a dominar sus esfínteres, a cruzar la pista sola, a saber estar sola en la calle. Porque yo creo que uno aprende lo que debe cuando está listo.
Libertad ha aprendido sola o con muy poca ayuda. Sigue saliendo sin correa. Sabe estar conmigo a cien metros de distancia. Claro, sigue en riesgo de ser atropellada. De perderse. Como cualquier perro o perra. Eso sí, más feliz. Con menos estres.
Libertad.



jueves, 5 de junio de 2008

Hotel Mil Estrellas

Me gusto ese nombre: Hotel Mil Estrellas. Y es verdad. Uchubamba es un Hotel Mil Estrellas. Por lo menos esa noche lo fue. El sistema eléctrico ha llegado hace apenas seis meses. Pero la noche que pasé ahí no funcionó. ¿Por qué? No lo se a ciencia cierta. Algo escuché que el alcalde del pueblo vecino está un poco insatisfecho por algo y que apaga la luz de vez en cuando. Cosas de los caudillos locales. El hecho es que, sin luz, uno puede observar las estrellas. Y los rusos que ya vienen viviendo ahí un mes, no se cansan de presentar al municipio como el Hotel Mil Estrellas.
Hace no muchos años no era necesario recorrer cerca de 10 horas para tener contacto con la naturaleza un poco virgen. De chico era simple. De joven, todavía era simple. Uno podía salir a tres horas de Lima y se encontraba en Obrajillo, Canta, o en Lunahuaná. Hoy esos pueblos no son más un remanso. Progreso que le dicen. Hemos invadido descuidadamente cuanta zona hemos podido. Supongo que aún queda Marcahuasi, a donde debería volver pronto. Pero bueno, por ahí no iba la reflexión.
Sólo quería decir que venticuatro horas en Uchubamba bastan para reconectarte con el placer de apreciar la naturaleza y con el placer de haber vivido en épocas donde uno podía salir un poco de Lima y disfrutarla. Pueblito pequeño, rodeado de caidas de agua, ríos limpios, algunas pero no muchas bolsas y botellas de plástico . Una torre de Iglesia del siglo XVII, mucho mucho verde. Miel y café baratos. La ilusión de mirar al cielo durante horas. Florecitas no rockeras. Gente simple y buena.

Hace poco R nos llevó de madrugada a un lugar en Lima donde aún se puede disfrutar de esa cosa maravillosa: el Samoa. Un bar, hotel, venido a menos, que te permite disfrutar de la Herradura y recordar un poco como era todo cuando joven.
La Herradura, gran playa, hoy un desperdicio. Me he bañado mucho ahí. Corrido olas a pechito con destreza. La primera vez, no de bebé, que me bañé desnudo en el mar fue ahí. Con los amigos del colegio. Algunos besos y el último beso que he dado, los he dado ahí.
Hoy viernes por la noche vuelvo. Al Samoa. Hay fiesta. Están invitados. De alguna manera el Samoa es también mil estrellas. Aquí nomás en Lima. Con su decadencia, el Samoa, es parte de lo que ya perdimos.